La palabra alcoholismo deriva del árabe. Proviene de al-kohol cuyo significado estaba relacionado con un cosmético de polvo de antimonio que usaban mujeres para pintarse los ojos. Este producto se elaboraba en un proceso de disolución. A partir de allí, los árabes usaron este vocablo para todo elemento refinado hasta su esencia. Y cuando conocieron la destilación de uvas y frutas que realizaban otros pueblos como romanos y griegos comenzaron a llamar a esa destilación también al-kohol. A esa base, se le agrega el sufijo –ismo que indica actividad, en este caso como dependencia. Puede decirse entonces, que el concepto etimológico de este término es la dependencia del alcohol.
Clase: sustantivo, masculino, singular.
Definición de alcoholismo
La Real Academia Española da como su definición es “abuso en el consumo de bebidas alcohólicas”; “enfermedad ocasionada por este abuso, que puede ser aguda, como la embriaguez, o crónica.”
La Enciclopedia Universal 2012 lo define a su vez, como “consumo habitual excesivo de bebidas alcohólicas a pesar del daño físico, mental, social o económico. Las personas que beben grandes cantidades de alcohol con el tiempo devienen tolerantes a sus efectos. Suele ser considerado una adicción y una enfermedad. Sus causas no están claras, pero pueden deberse a una predisposición genética. Es más común en los hombres, pero es más probable que las mujeres lo oculten. El tratamiento puede ser fisiológico (con medicamentos que inducen vómitos y sensación de pánico si se consume alcohol, tratamiento inefectivo a largo plazo); psicológico (con terapia y rehabilitación) o social (con terapias de grupo). Las terapias de grupo como Alcohólicos Anónimos constituyen los tratamientos más efectivos. La suspensión repentina de la ingestión excesiva puede causar síntomas de privación, incluido el delirium tremens.”
En tanto, para el Medical Dictionary es un “estado producido por la intoxicación de alcohol ligado a un abuso temporal o continuado de bebidas alcohólicas. El alcoholismo lleva asociado un conjunto de alteraciones digestivas (gastritis, cirrosis que es causa de insuficiencia hepática, hemorragias o encefalopatía de pronóstico grave), favorece el desarrollo de cáncer de esófago, produce atrofia cerebral, neuritis de nervios periféricos, neuritis óptica y, en casos avanzados, conduce a la pérdida de reflejos, disminución de la sensibilidad, trastornos tróficos incluso parálisis y ceguera total.”
estudios con personas que sufren enfermedades crónicas que han tomado medicamentos
contra el dolor por mucho tiempo, han mostrado que una vez la persona resiste el proceso de
supresión física, a menudo pierde el deseo por las drogas que estaba tomando. Para que una
persona se vuelva alcohólica, por lo general se deberán tener en cuenta otros factores
El deseo de alcohol durante la abstinencia, el dolor asociado con la supresión y la alta tasa de
recaída se deben a la adaptación del cerebro y a la dependencia en los cambios químicos
[cerebrales] causados por el uso de alcohol a largo plazo. El alcohol causa relajación y euforia
pero a la vez también actúa como un depresivo en el sistema nervioso central. Inclusive
después de años de investigación, los expertos todavía no saben exactamente cómo el alcohol
afecta el cerebro. Parece ejercer efectos mayores en el hipocampo, un área en el cerebro
asociada no sólo con el aprendizaje y la memoria sino también con la regulación de la emoción,
el procesamiento sensorial, el apetito y el estrés. Un estudio reciente encontró que productos
mayores descompuestos del alcohol, ésteres de etilo de ácido graso, estimulan el flujo de
potasio en las células del hipocampo, el cual inhibe neurotransmisores importantes (mensajeros
químicos). De especial importancia para los investigadores de alcoholismo son los
neurotransmisores ácido gamma-aminobutírico (GABA), dopamina y serotonina, los cuales están
muy asociados con, entre otras funciones, el comportamiento emocional y los antojos. El
alcoholismo crónico causa depleción de la materia gris, tejido crucial en el sistema nervioso
central.
Los factores genéticos.
En las personas que sufren de alcoholismo severo, los investigadores han identificado un gen
que afecta la función de una estructura nervio-celular conocida como receptor de dopamina D2
(DRD2), el cual, a su vez, influye en la actividad de la dopamina. Este gen también se
encuentra en las personas con trastorno de déficit de atención, las cuales corren un riesgo
mayor de alcoholismo, y está también presente en las personas con el síndrome de Tourette y
autismo. La asociación de este gen con estos problemas neurológicos conduce a algunos
expertos a creer que el gen receptor de dopamina D2 no es una causa principal del
alcoholismo, sino que las personas con este gen tienen una probabilidad mayor de tomar para
medicar los síntomas psicológicos y conductuales de sus trastornos neurológicos. Además, un
estudio mayor no encontró ninguna conexión entre el gen DRD2 y el alcoholismo. Se necesita
llevar a cabo más investigación en esta área. ¿Quién se convierte en un alcohólico?
Los riesgos generales y la edad.
Una encuesta nacional realizada en 1996 reveló que 11 millones de estadounidenses son
bebedores serios (cinco o más bebidas por ocasión en cinco o más días en un mes) en el mes
anterior a la encuesta. Las personas con antecedentes familiares de alcoholismo tienen una
mayor probabilidad de empezar a tomar antes de los 20 años y de convertirse en alcohólicos.
Sin embargo, cualquier persona que empieza a tomar en la adolescencia corre un riesgo mayor;
actualmente, 1.9 millones de jóvenes entre las edades de 12 y 20 años se consideran
bebedores serios y 4.4 toman hasta embriagarse. Es alentador saber que en 1979 casi el 50%
de los jóvenes estadounidenses entre las edades de 12 y 17 años consumían alcohol; en 1996
este porcentaje había descendido a 18.8%. Aunque el alcoholismo se desarrolla por lo general
durante los primeros años de la adultez, los ancianos no están exentos. De hecho, en un
estudio, 15% de los hombres y 12% de las mujeres sobre la edad de 60 años tomaban más
que el estándar nacional de consumo de alcohol excesivo. El alcohol afecta el cuerpo viejo de
manera diferente; las personas que mantienen los mismos patrones de consumo de alcohol a
medida que envejecen pueden fácilmente desarrollar dependencia de alcohol sin darse cuenta.
La depresión y la ansiedad pueden desempeñar una función importante en el desarrollo del
alcoholismo entre los ancianos quienes a menudo están sujetos a cambios de vida no deseados,
como la jubilación, la pérdida de un cónyuge o amigo y problemas médicos.
El género.
La mayoría de los alcohólicos son hombres, pero, no obstante, la incidencia de alcoholismo
entre las mujeres ha estado aumentando durante los últimos 30 años. Cerca del 3.9% de los
hombres son bebedores serios y el 1.9% de las mujeres; 22.8% de los hombres toman hasta
embriagarse comparado con 8.7% de las mujeres. En general, las mujeres jóvenes con
problemas de alcohol tienden a seguir los patrones de bebida de alcohol de sus padres. Las
mujeres que son alcohólicas tienden a tomar seriamente durante el período premenstrual. Las
mujeres tienden a volverse alcohólicas más tarde en la vida que los hombres; sin embargo, los
problemas médicos que desarrollan debido al trastorno ocurren casi a la misma edad que los
hombres, lo cual sugiere que las mujeres son más susceptibles a la toxicidad física del alcohol.
El riesgo de alcoholismo entre los hijos de padres alcohólicos es de 25%. La asociación familiar
es menor para las mujeres. No obstante, los factores genéticos contribuyen a esta enfermedad
en ambos géneros. En un estudio, las mujeres que sufrían de alcoholismo tendían a tener
padres que tomaban. Las mujeres que provenían de familias con antecedentes de trastornos
emocionales, rechazadas por los padres o disolución familiar temprana no mostraron un riesgo
mayor de tomar alcohol que las mujeres sin estos antecedentes. Una familia y salud psicológica
estables no sirven de protección para las personas con un riesgo genético. Lamentablemente,
no hay manera de predecir qué miembros de las familias de alcohólicos están a un riesgo
mayor de alcoholismo.
Los estadounidenses de descendencia irlandesa e indígena corren un riesgo mayor de
alcoholismo; los estadounidenses de descendencia judía y asiática corren un riesgo menor. (En
general, no hay una diferencia en la frecuencia alcohólica entre los afroestadounidenses, los
blancos y los hispanos). Aunque las causas biológicas en lo que respecta a las alteraciones de
riesgo son desconocidas, ciertas personas en estas poblaciones pueden correr un riesgo mayor
o menor debido a la manera en que metabolizan el alcohol. Un estudio reciente entre
estadounidenses indígenas, por ejemplo, encontró que éstos son menos sensibles a los efectos
de intoxicación del alcohol. Esto confirma otros estudios en los que los hombres jóvenes con
padres alcohólicos presentaron menos señales de embriaguez y tuvieron niveles inferiores de
hormonas de estrés que aquellos que no tenían una historia familiar. En otras palabras, tenían una mejor resistencia al licor. Los expertos sugieren que estas personas pueden heredar una
falta de esas señales de advertencia que por lo común hacen parar de tomar a las personas.
Algunos asiáticos, por otro lado, que tienen un gen inactivo del químico de hidrogenase, son
más sensibles a los efectos del alcohol. Este producto químico es empleado por el cuerpo para
metabolizar el alcohol etílico, y en su ausencia, se acumulan sustancias tóxicas causando
rubores, mareos y náusea. Las personas con esta sensibilidad genética, tienen la probabilidad
de experimentar reacciones adversas al alcohol y por lo consiguiente no volverse alcohólicas.
(Este defecto no es por completo un protector contra el alcohol, sin embargo, en particular si se
añade presión social, como entre los miembros de fraternidades en las universidades.) Es
importante destacar, sin embargo, que, hereditario o no, a las personas que sufren de
alcoholismo se les sigue considerando legalmente responsables de sus propias acciones.
Los rasgos de la personalidad y los trastornos emocionales.
Se está encontrando en estudios que el alcoholismo está altamente relacionado con
comportamiento impulsivo, excitable y comportamiento que busca nuevas experiencias, y que
dichos patrones son establecidos temprano en la vida, si es que no son heredados. Las
personas que sufren de trastorno de hiperactividad de déficit de atención, una enfermedad a
menudo hereditaria cuyos rasgos son los mismos, corren un riesgo mayor de alcoholismo. Los
niños que posteriormente se convierten en alcohólicos o que abusan las drogas tienen una
mayor probabilidad de tener menos temor a las situaciones nuevas, aunque exista un riesgo de
peligro. En una prueba sobre el funcionamiento mental, los alcohólicos (principalmente las
mujeres) no mostraron ningún déficit de pensamiento, sin embargo, mostraron ser menos
capaces de inhibir sus respuestas que los no alcohólicos.
Las personas severamente deprimidas o ansiosas presentan un riesgo mayor de desarrollar
alcoholismo, tabaquismo y otras formas de adicción.
El problema de alcoholismo en estos casos puede deberse a la automedicación de la ansiedad o
la depresión. Debe tomarse nota de que estos trastornos de estado de ánimo son a menudo
causados por el alcoholismo y pueden reducirse después de la supresión del alcohol.
En un tiempo se pensó que una historia familiar vinculada con una personalidad pasiva y
necesidades de dependencia anormales aumentaban el riesgo; sin embargo, los estudios no
han soportado esta teoría.
Los factores socioeconómicos.
Se ha pensado por mucho tiempo que el alcoholismo es más prevalente en las personas con
niveles educativos inferiores y en los desempleados. Un estudio bien realizado en 1996, sin
embargo, reveló que la prevalencia de alcoholismo entre los adjudicatarios adultos de bienestar
social era del 4.3% al 8.2% lo cual era equivalente al porcentaje en la población general, que
es del 7.4%. Tampoco hubo ninguna diferencia en la prevalencia entre los afroestadounidenses
pobres y los blancos pobres.
Entre los grupos de bajos ingresos, sin embargo, hubo tendencias
que diferían de la población general. Por ejemplo, hubo la misma cantidad de hombres que de
mujeres con problemas de alcohol. El beber excesivo puede ser más peligroso entre los grupos
de ingresos más bajos; un estudio encontró que era un factor principal en la mayor tasa de
mortalidad de las personas, en particular los hombres, en grupos socioeconómicos más bajos
comparado con aquellos en grupos de nivel más alto.
Los factores geográficos.
Aunque un 54% de adultos que habitan en las zonas urbanas han consumido alcohol por lo
menos una vez al mes comparado con un 42% en las zonas no urbanas, la vida en la ciudad o
el campo no tiene una influencia en el riesgo de tomar hasta la embriaguez o el uso exagerado de alcohol. Las personas en los Estados Unidos del área central del norte presentan el mayor
riesgo de beber exageradamente (alto uso de 6.4% y de beber hasta la embriaguez de 19%) y
las personas en el noreste presentan el riesgo más bajo (alto uso de 4.5% y de beber hasta la
embriaguez de 13%).
¿Qué tan serio es el alcoholismo?
Cerca de 200,000 muertes al año pueden ser completa o parcialmente atribuidas a la bebida.
Aunque las personas que sólo toman de dos a cuatro bebidas a la semana presentan las tasas
de mortalidad más bajas comparado con los no bebedores y los bebedores empedernidos, el
beber dos o más bebidas alcohólicas al día aumenta el riesgo de muerte en un 50%. Además,
el alcoholismo en si reduce el promedio de vida en 10 á 12 años. Entre más temprano empiece
a beber de manera exagerada una persona, mayor es el riesgo que corre de contraer
enfermedades serias más adelante. El alcoholismo puede matar de muchas maneras
diferentes.
La sobredosis.
El alcohol es una droga y las personas pueden morir por una sobredosis. Esto es un peligro
especialmente entre los adolescentes que pueden querer impresionar a sus amigos con su
Los accidentes y la violencia.
El alcohol juega un papel importante en más de la mitad de todas las muertes por accidente de
automóvil. El tomar menos de dos bebidas puede deteriorar la capacidad para conducir. El
alcohol también aumenta el riesgo de lesiones accidentales por varias otras causas. En un
estudio realizado entre los pacientes de una sala de urgencias se mostró que un 47% de los
que se encontraban en urgencias resultaron positivos a las pruebas de alcohol, y el 35% se
encontraban ebrios. De los que estaban ebrios, el 75% mostraron evidencia de alcoholismo
crónico. Esta enfermedad es el principal diagnóstico en un cuarto de todas las personas que se
suicidan; el alcohol está implicado en un 6.7% de todos los asesinatos.
Los problemas médicos.
El alcoholismo puede lesionar el cuerpo de tantas maneras que es imposible tratar estos
problemas por entero en un informe corto. Los siguientes son tan sólo algunos de los trastornos
causados por el consumo crónico de alcohol:
La cardiopatía. Aunque el consumo moderado de alcohol parece reducir el riesgo de ataques
cardíacos mejorando los niveles de colesterol, las dosis más grandes de alcohol pueden
desencadenar ritmos cardíacos anormales y aumentar la presión arterial inclusive entre las
personas que no tienen un historial de cardiopatía. Un estudio importante encontró que las
personas que consumían más de tres bebidas alcohólicas al día tenían una presión sanguínea
más alta que los abstemios, con un aumento de la presión sanguínea a medida que
incrementaba el consumo de alcohol. Las personas que bebían hasta la embriaguez tenían una
presión sanguínea más alta inclusive que las personas que bebían con regularidad. Un estudio
reciente encontró que las personas que bebían hasta embriagarse (las personas que toman
nueve o más bebidas una vez o dos veces a la semana) tenían un riesgo de correr una
emergencia cardiaca dos veces y medio mayor a la de los no bebedores. Un estimado 11% de
todos los casos de hipertensión son causados por la ingestión excesiva de alcohol. El abuso
crónico de alcohol también puede lesionar el músculo del corazón lo cual conduce a la
insuficiencia cardiaca; las mujeres son particularmente vulnerables a este trastorno.
El cáncer. El alcohol quizás no cause cáncer, pero probablemente puede aumentar los efectos
carcinogénicos de otras sustancias, como el humo del cigarrillo. El beber a diario aumenta el riesgo de contraer cánceres del pulmón, esófago, estómago, páncreas, colon y recto, cánceres
de las vías urinarias, tumores cerebrales, linfomas y leucemias. Cerca del 75% de los cánceres
del esófago y 50% de los cánceres de la boca, la garganta y la laringe se atribuyen al
alcoholismo. El tabaquismo combinado con la bebida alcohólica aumenta de manera
extraordinaria los riesgos de contraer la mayoría de estos cánceres. El riesgo de contraer cáncer
del hígado aumenta en los alcohólicos, y aún en la persona que toma de manera moderada --
tres a nueve bebidas a la semana-- puede aumentar la probabilidad de desarrollar cáncer de la
mama en las mujeres.
Problemas gastrointestinales y hepáticos. El alcohol pone en particular peligro al hígado. Aquí,
el alcohol se convierte en una sustancia aún más tóxica, acetaldehído, que puede causar un
daño sustancial, incluyendo cirrosis en 10% de las personas que sufren de alcoholismo. El daño
hepático es más común y se desarrolla más rápidamente en las mujeres que en los hombres
con historias similares de abuso de alcohol. Dentro del tracto gastrointestinal, el alcohol puede
contribuir a la causa de úlceras y pancreatitis, una infección grave del páncreas. En una escala
menor, puede causar diarrea y hemorroides.
La neumonía y otras infecciones. El alcohol suprime el sistema inmunitario y las personas que
sufren de alcoholismo están propensas a las infecciones. El alcoholismo agudo en particular se
asocia con una forma grave de neumonía, la cual puede deberse a factores diferentes al
deterioro del sistema inmunitario. Un estudio en animales indica que el alcohol daña
específicamente la capacidad que tienen las células del pulmón de combatir bacterias.
Los trastornos mentales y neurológicos. Un estudio reciente encontró que el alcohol ejerce
efectos en el cerebro. Parece suprimir la actividad en las partes del cerebro donde se realizan el
aprendizaje y la memoria e incrementa la actividad en las áreas relacionadas con la emoción,
las respuestas sensoriales y el estrés. El uso habitual de alcohol deprime el sistema nervioso
central, produciendo depresión clínica y confusión. En los casos crónicos, la materia gris se
destruye, posiblemente conduciendo a la psicosis y los trastornos mentales. El alcohol también
puede causar problemas neurológicos más leves, incluyendo insomnio y dolor de cabeza
(especialmente después de tomar vino tinto). Excepto en los casos graves, el daño neurológico
no es permanente y la abstinencia casi siempre conduce a la recuperación de la función mental
normal.
Los trastornos de la piel, músculos y huesos. El alcoholismo severo está asociado con la
osteoporosis, emaciación muscular con hinchazón y dolor, heridas de la piel y comezón.
Además, las mujeres dependientes del alcohol parecen enfrentar un mayor riesgo de daño
muscular, incluyendo los músculos del corazón, a raíz de los efectos tóxicos del alcohol.
Los efectos hormonales. El alcoholismo aumenta los niveles de la hormona femenina conocida
como estrógeno y reduce los niveles de la hormona masculina conocida como testosterona,
factores que contribuyen a la impotencia en los hombres.
El tabaquismo. Un estudio reciente concluye que los alcohólicos que fuman corren un riesgo
mayor debido al tabaco, que del que corren debido al alcohol. El tabaquismo es dos á tres
veces más prevalente entre las personas que abusan de las drogas que entre la población en
general; se cree que los alcohólicos constituyen un cuarto de todos los fumadores. Más
alcohólicos mueren de las enfermedades relacionadas con el tabaco, como la cardiopatía o el
cáncer, que de la enfermedad hepática crónica, la cirrosis u otras enfermedades relacionadas
con el consumo excesivo de alcohol.
La diabetes. El alcohol puede causar hipoglucemia, una disminución en el azúcar sanguíneo,
que es especialmente peligroso entre las personas con diabetes que toman insulina Los
diabéticos que están ebrios quizás no pueden reconocer los síntomas de la hipoglucemia, una
enfermedad particularmente peligrosa.
contra el dolor por mucho tiempo, han mostrado que una vez la persona resiste el proceso de
persona se vuelva alcohólica, por lo general se deberán tener en cuenta otros factores
El deseo de alcohol durante la abstinencia, el dolor asociado con la supresión y la alta tasa de
recaída se deben a la adaptación del cerebro y a la dependencia en los cambios químicos
[cerebrales] causados por el uso de alcohol a largo plazo. El alcohol causa relajación y euforia
pero a la vez también actúa como un depresivo en el sistema nervioso central. Inclusive
después de años de investigación, los expertos todavía no saben exactamente cómo el alcohol
afecta el cerebro. Parece ejercer efectos mayores en el hipocampo, un área en el cerebro
asociada no sólo con el aprendizaje y la memoria sino también con la regulación de la emoción,
el procesamiento sensorial, el apetito y el estrés. Un estudio reciente encontró que productos
mayores descompuestos del alcohol, ésteres de etilo de ácido graso, estimulan el flujo de
potasio en las células del hipocampo, el cual inhibe neurotransmisores importantes (mensajeros
químicos). De especial importancia para los investigadores de alcoholismo son los
neurotransmisores ácido gamma-aminobutírico (GABA), dopamina y serotonina, los cuales están
muy asociados con, entre otras funciones, el comportamiento emocional y los antojos. El
alcoholismo crónico causa depleción de la materia gris, tejido crucial en el sistema nervioso
central.
Los factores genéticos.
En las personas que sufren de alcoholismo severo, los investigadores han identificado un gen
que afecta la función de una estructura nervio-celular conocida como receptor de dopamina D2
(DRD2), el cual, a su vez, influye en la actividad de la dopamina. Este gen también se
encuentra en las personas con trastorno de déficit de atención, las cuales corren un riesgo
mayor de alcoholismo, y está también presente en las personas con el síndrome de Tourette y
autismo. La asociación de este gen con estos problemas neurológicos conduce a algunos
expertos a creer que el gen receptor de dopamina D2 no es una causa principal del
alcoholismo, sino que las personas con este gen tienen una probabilidad mayor de tomar para
medicar los síntomas psicológicos y conductuales de sus trastornos neurológicos. Además, un
estudio mayor no encontró ninguna conexión entre el gen DRD2 y el alcoholismo. Se necesita
llevar a cabo más investigación en esta área. ¿Quién se convierte en un alcohólico?
Los riesgos generales y la edad.
Una encuesta nacional realizada en 1996 reveló que 11 millones de estadounidenses son
bebedores serios (cinco o más bebidas por ocasión en cinco o más días en un mes) en el mes
anterior a la encuesta. Las personas con antecedentes familiares de alcoholismo tienen una
mayor probabilidad de empezar a tomar antes de los 20 años y de convertirse en alcohólicos.
Sin embargo, cualquier persona que empieza a tomar en la adolescencia corre un riesgo mayor;
actualmente, 1.9 millones de jóvenes entre las edades de 12 y 20 años se consideran
bebedores serios y 4.4 toman hasta embriagarse. Es alentador saber que en 1979 casi el 50%
de los jóvenes estadounidenses entre las edades de 12 y 17 años consumían alcohol; en 1996
este porcentaje había descendido a 18.8%. Aunque el alcoholismo se desarrolla por lo general
durante los primeros años de la adultez, los ancianos no están exentos. De hecho, en un
estudio, 15% de los hombres y 12% de las mujeres sobre la edad de 60 años tomaban más
que el estándar nacional de consumo de alcohol excesivo. El alcohol afecta el cuerpo viejo de
manera diferente; las personas que mantienen los mismos patrones de consumo de alcohol a
medida que envejecen pueden fácilmente desarrollar dependencia de alcohol sin darse cuenta.
La depresión y la ansiedad pueden desempeñar una función importante en el desarrollo del
alcoholismo entre los ancianos quienes a menudo están sujetos a cambios de vida no deseados,
como la jubilación, la pérdida de un cónyuge o amigo y problemas médicos.
El género.
La mayoría de los alcohólicos son hombres, pero, no obstante, la incidencia de alcoholismo
entre las mujeres ha estado aumentando durante los últimos 30 años. Cerca del 3.9% de los
hombres son bebedores serios y el 1.9% de las mujeres; 22.8% de los hombres toman hasta
embriagarse comparado con 8.7% de las mujeres. En general, las mujeres jóvenes con
problemas de alcohol tienden a seguir los patrones de bebida de alcohol de sus padres. Las
mujeres que son alcohólicas tienden a tomar seriamente durante el período premenstrual. Las
mujeres tienden a volverse alcohólicas más tarde en la vida que los hombres; sin embargo, los
problemas médicos que desarrollan debido al trastorno ocurren casi a la misma edad que los
hombres, lo cual sugiere que las mujeres son más susceptibles a la toxicidad física del alcohol.
El riesgo de alcoholismo entre los hijos de padres alcohólicos es de 25%. La asociación familiar
es menor para las mujeres. No obstante, los factores genéticos contribuyen a esta enfermedad
en ambos géneros. En un estudio, las mujeres que sufrían de alcoholismo tendían a tener
padres que tomaban. Las mujeres que provenían de familias con antecedentes de trastornos
emocionales, rechazadas por los padres o disolución familiar temprana no mostraron un riesgo
mayor de tomar alcohol que las mujeres sin estos antecedentes. Una familia y salud psicológica
estables no sirven de protección para las personas con un riesgo genético. Lamentablemente,
no hay manera de predecir qué miembros de las familias de alcohólicos están a un riesgo
mayor de alcoholismo.
Los estadounidenses de descendencia irlandesa e indígena corren un riesgo mayor de
alcoholismo; los estadounidenses de descendencia judía y asiática corren un riesgo menor. (En
general, no hay una diferencia en la frecuencia alcohólica entre los afroestadounidenses, los
blancos y los hispanos). Aunque las causas biológicas en lo que respecta a las alteraciones de
riesgo son desconocidas, ciertas personas en estas poblaciones pueden correr un riesgo mayor
o menor debido a la manera en que metabolizan el alcohol. Un estudio reciente entre
estadounidenses indígenas, por ejemplo, encontró que éstos son menos sensibles a los efectos
de intoxicación del alcohol. Esto confirma otros estudios en los que los hombres jóvenes con
padres alcohólicos presentaron menos señales de embriaguez y tuvieron niveles inferiores de
hormonas de estrés que aquellos que no tenían una historia familiar. En otras palabras, tenían una mejor resistencia al licor. Los expertos sugieren que estas personas pueden heredar una
falta de esas señales de advertencia que por lo común hacen parar de tomar a las personas.
Algunos asiáticos, por otro lado, que tienen un gen inactivo del químico de hidrogenase, son
más sensibles a los efectos del alcohol. Este producto químico es empleado por el cuerpo para
metabolizar el alcohol etílico, y en su ausencia, se acumulan sustancias tóxicas causando
rubores, mareos y náusea. Las personas con esta sensibilidad genética, tienen la probabilidad
de experimentar reacciones adversas al alcohol y por lo consiguiente no volverse alcohólicas.
(Este defecto no es por completo un protector contra el alcohol, sin embargo, en particular si se
añade presión social, como entre los miembros de fraternidades en las universidades.) Es
importante destacar, sin embargo, que, hereditario o no, a las personas que sufren de
alcoholismo se les sigue considerando legalmente responsables de sus propias acciones.
Los rasgos de la personalidad y los trastornos emocionales.
Se está encontrando en estudios que el alcoholismo está altamente relacionado con
comportamiento impulsivo, excitable y comportamiento que busca nuevas experiencias, y que
dichos patrones son establecidos temprano en la vida, si es que no son heredados. Las
personas que sufren de trastorno de hiperactividad de déficit de atención, una enfermedad a
menudo hereditaria cuyos rasgos son los mismos, corren un riesgo mayor de alcoholismo. Los
niños que posteriormente se convierten en alcohólicos o que abusan las drogas tienen una
mayor probabilidad de tener menos temor a las situaciones nuevas, aunque exista un riesgo de
peligro. En una prueba sobre el funcionamiento mental, los alcohólicos (principalmente las
mujeres) no mostraron ningún déficit de pensamiento, sin embargo, mostraron ser menos
capaces de inhibir sus respuestas que los no alcohólicos.
Las personas severamente deprimidas o ansiosas presentan un riesgo mayor de desarrollar
alcoholismo, tabaquismo y otras formas de adicción.
El problema de alcoholismo en estos casos puede deberse a la automedicación de la ansiedad o
la depresión. Debe tomarse nota de que estos trastornos de estado de ánimo son a menudo
causados por el alcoholismo y pueden reducirse después de la supresión del alcohol.
En un tiempo se pensó que una historia familiar vinculada con una personalidad pasiva y
necesidades de dependencia anormales aumentaban el riesgo; sin embargo, los estudios no
han soportado esta teoría.
Los factores socioeconómicos.
Se ha pensado por mucho tiempo que el alcoholismo es más prevalente en las personas con
niveles educativos inferiores y en los desempleados. Un estudio bien realizado en 1996, sin
embargo, reveló que la prevalencia de alcoholismo entre los adjudicatarios adultos de bienestar
social era del 4.3% al 8.2% lo cual era equivalente al porcentaje en la población general, que
es del 7.4%. Tampoco hubo ninguna diferencia en la prevalencia entre los afroestadounidenses
pobres y los blancos pobres.
Entre los grupos de bajos ingresos, sin embargo, hubo tendencias
que diferían de la población general. Por ejemplo, hubo la misma cantidad de hombres que de
mujeres con problemas de alcohol. El beber excesivo puede ser más peligroso entre los grupos
de ingresos más bajos; un estudio encontró que era un factor principal en la mayor tasa de
mortalidad de las personas, en particular los hombres, en grupos socioeconómicos más bajos
comparado con aquellos en grupos de nivel más alto.
Los factores geográficos.
Aunque un 54% de adultos que habitan en las zonas urbanas han consumido alcohol por lo
menos una vez al mes comparado con un 42% en las zonas no urbanas, la vida en la ciudad o
el campo no tiene una influencia en el riesgo de tomar hasta la embriaguez o el uso exagerado de alcohol. Las personas en los Estados Unidos del área central del norte presentan el mayor
riesgo de beber exageradamente (alto uso de 6.4% y de beber hasta la embriaguez de 19%) y
las personas en el noreste presentan el riesgo más bajo (alto uso de 4.5% y de beber hasta la
embriaguez de 13%).
¿Qué tan serio es el alcoholismo?
Cerca de 200,000 muertes al año pueden ser completa o parcialmente atribuidas a la bebida.
Aunque las personas que sólo toman de dos a cuatro bebidas a la semana presentan las tasas
de mortalidad más bajas comparado con los no bebedores y los bebedores empedernidos, el
beber dos o más bebidas alcohólicas al día aumenta el riesgo de muerte en un 50%. Además,
el alcoholismo en si reduce el promedio de vida en 10 á 12 años. Entre más temprano empiece
a beber de manera exagerada una persona, mayor es el riesgo que corre de contraer
enfermedades serias más adelante. El alcoholismo puede matar de muchas maneras
diferentes.
La sobredosis.
El alcohol es una droga y las personas pueden morir por una sobredosis. Esto es un peligro
especialmente entre los adolescentes que pueden querer impresionar a sus amigos con su
Los accidentes y la violencia.
El alcohol juega un papel importante en más de la mitad de todas las muertes por accidente de
automóvil. El tomar menos de dos bebidas puede deteriorar la capacidad para conducir. El
alcohol también aumenta el riesgo de lesiones accidentales por varias otras causas. En un
estudio realizado entre los pacientes de una sala de urgencias se mostró que un 47% de los
que se encontraban en urgencias resultaron positivos a las pruebas de alcohol, y el 35% se
encontraban ebrios. De los que estaban ebrios, el 75% mostraron evidencia de alcoholismo
crónico. Esta enfermedad es el principal diagnóstico en un cuarto de todas las personas que se
suicidan; el alcohol está implicado en un 6.7% de todos los asesinatos.
Los problemas médicos.
El alcoholismo puede lesionar el cuerpo de tantas maneras que es imposible tratar estos
problemas por entero en un informe corto. Los siguientes son tan sólo algunos de los trastornos
causados por el consumo crónico de alcohol:
La cardiopatía. Aunque el consumo moderado de alcohol parece reducir el riesgo de ataques
cardíacos mejorando los niveles de colesterol, las dosis más grandes de alcohol pueden
desencadenar ritmos cardíacos anormales y aumentar la presión arterial inclusive entre las
personas que no tienen un historial de cardiopatía. Un estudio importante encontró que las
personas que consumían más de tres bebidas alcohólicas al día tenían una presión sanguínea
más alta que los abstemios, con un aumento de la presión sanguínea a medida que
incrementaba el consumo de alcohol. Las personas que bebían hasta la embriaguez tenían una
presión sanguínea más alta inclusive que las personas que bebían con regularidad. Un estudio
reciente encontró que las personas que bebían hasta embriagarse (las personas que toman
nueve o más bebidas una vez o dos veces a la semana) tenían un riesgo de correr una
emergencia cardiaca dos veces y medio mayor a la de los no bebedores. Un estimado 11% de
todos los casos de hipertensión son causados por la ingestión excesiva de alcohol. El abuso
crónico de alcohol también puede lesionar el músculo del corazón lo cual conduce a la
insuficiencia cardiaca; las mujeres son particularmente vulnerables a este trastorno.
El cáncer. El alcohol quizás no cause cáncer, pero probablemente puede aumentar los efectos
carcinogénicos de otras sustancias, como el humo del cigarrillo. El beber a diario aumenta el riesgo de contraer cánceres del pulmón, esófago, estómago, páncreas, colon y recto, cánceres
de las vías urinarias, tumores cerebrales, linfomas y leucemias. Cerca del 75% de los cánceres
del esófago y 50% de los cánceres de la boca, la garganta y la laringe se atribuyen al
alcoholismo. El tabaquismo combinado con la bebida alcohólica aumenta de manera
extraordinaria los riesgos de contraer la mayoría de estos cánceres. El riesgo de contraer cáncer
del hígado aumenta en los alcohólicos, y aún en la persona que toma de manera moderada --
tres a nueve bebidas a la semana-- puede aumentar la probabilidad de desarrollar cáncer de la
mama en las mujeres.
Problemas gastrointestinales y hepáticos. El alcohol pone en particular peligro al hígado. Aquí,
el alcohol se convierte en una sustancia aún más tóxica, acetaldehído, que puede causar un
daño sustancial, incluyendo cirrosis en 10% de las personas que sufren de alcoholismo. El daño
hepático es más común y se desarrolla más rápidamente en las mujeres que en los hombres
con historias similares de abuso de alcohol. Dentro del tracto gastrointestinal, el alcohol puede
contribuir a la causa de úlceras y pancreatitis, una infección grave del páncreas. En una escala
menor, puede causar diarrea y hemorroides.
La neumonía y otras infecciones. El alcohol suprime el sistema inmunitario y las personas que
sufren de alcoholismo están propensas a las infecciones. El alcoholismo agudo en particular se
asocia con una forma grave de neumonía, la cual puede deberse a factores diferentes al
deterioro del sistema inmunitario. Un estudio en animales indica que el alcohol daña
específicamente la capacidad que tienen las células del pulmón de combatir bacterias.
Los trastornos mentales y neurológicos. Un estudio reciente encontró que el alcohol ejerce
efectos en el cerebro. Parece suprimir la actividad en las partes del cerebro donde se realizan el
aprendizaje y la memoria e incrementa la actividad en las áreas relacionadas con la emoción,
las respuestas sensoriales y el estrés. El uso habitual de alcohol deprime el sistema nervioso
central, produciendo depresión clínica y confusión. En los casos crónicos, la materia gris se
destruye, posiblemente conduciendo a la psicosis y los trastornos mentales. El alcohol también
puede causar problemas neurológicos más leves, incluyendo insomnio y dolor de cabeza
(especialmente después de tomar vino tinto). Excepto en los casos graves, el daño neurológico
no es permanente y la abstinencia casi siempre conduce a la recuperación de la función mental
normal.
Los trastornos de la piel, músculos y huesos. El alcoholismo severo está asociado con la
osteoporosis, emaciación muscular con hinchazón y dolor, heridas de la piel y comezón.
Además, las mujeres dependientes del alcohol parecen enfrentar un mayor riesgo de daño
muscular, incluyendo los músculos del corazón, a raíz de los efectos tóxicos del alcohol.
Los efectos hormonales. El alcoholismo aumenta los niveles de la hormona femenina conocida
como estrógeno y reduce los niveles de la hormona masculina conocida como testosterona,
factores que contribuyen a la impotencia en los hombres.
El tabaquismo. Un estudio reciente concluye que los alcohólicos que fuman corren un riesgo
mayor debido al tabaco, que del que corren debido al alcohol. El tabaquismo es dos á tres
veces más prevalente entre las personas que abusan de las drogas que entre la población en
general; se cree que los alcohólicos constituyen un cuarto de todos los fumadores. Más
alcohólicos mueren de las enfermedades relacionadas con el tabaco, como la cardiopatía o el
cáncer, que de la enfermedad hepática crónica, la cirrosis u otras enfermedades relacionadas
con el consumo excesivo de alcohol.
La diabetes. El alcohol puede causar hipoglucemia, una disminución en el azúcar sanguíneo,
que es especialmente peligroso entre las personas con diabetes que toman insulina Los
diabéticos que están ebrios quizás no pueden reconocer los síntomas de la hipoglucemia, una
enfermedad particularmente peligrosa.
Buen blog
ResponderEliminarQuedo Padre Su Blog
ResponderEliminarEsta muy bueno su blog :)
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